Nací en Medina del Campo (Valladolid)
un día de noviembre anormalmente lluvioso. Me salvé por la campana y la leche de burra. Las primeras letras me las enseñaron las Señoritas Operarias Parroquiales, tuve tres perros, patio con gallinas, una bicicleta de chica (sin barra), maravillosos paseos entre una tienda de ultramarinos y una churrería; unas gafas con 0,7 dioptrías me impidieron ser delantero centro sin llegar al extremo humillante del portero decorativo y aburrido entre los dos montones de abrigos, meriendas y libros. Mi madre de fina sensibilidad y carácter, me inculcó el gusto por el dibujo y el tesón para pintar al óleo pequeñas tablas suministradas los sábados por la fábrica de muebles vecina. Mi padre, un hombre con tan buenas intenciones y simpatía, que vivió defendiéndose tenazmente de la mala educación que con tanto alboroto y ahínco se practicaba en el entorno de la vecindad. Tuve que obedecer a mi hermana, hacer los recados y llevar de paseo, a la piscina y al castillo, a mi hermano. Acabé el instituto y quise ser médico. Mientras tanto, seguí pintando ahora ya en magníficos lienzos, y dibujando con mucho gusto, Madrid. Lecturas, política, caminatas, El Prado... y accidentalmente descubro el grabado. Lecturas, Velázquez, Las Ventas, el Bosco, Rembrandt. Poco a poco entre un poco de esto y lo otro, papeles, enfermedades, idas y venidas, alguna conquista, estrepitosos fracasos y decepciones, el ímpetu naturalmente se fue disolviendo en los ácidos, lenta y calladamente el percloruro de hierro fue haciendo su trabajo, y con los posos intento construir lo que me queda de creencias, las incertidumbres toman ahora forma de botellas inverosímiles, o de campos trabajados con regla, huecos, palos, siempre luces y sombra: EL VOLUMEN
Disculpen, pero no quiero ruidos ni burbujas, este funambulista que quiso ser muchas cosas, hoy se consuela con buscar en solitario, molestando lo justo, el mordiente más lento, el aguafuerte esencial, el color melancólico, íntimo y evocador para lo que hasta el cuerpo aguante y acompañen las fuerzas, mantenerme en la cuerda floja, en el meritorio y difícil equilibrio.